Hola, ¿qué tal te va la vida? A mi gato se podría decir que “bien”; bueno, voy a contaros la historia de mi gato. Se llama Mickey; sí, como el ratón (es muy buen nombre para un gato, no digáis que no).
Uno de los días del confinamiento (¡bastante tarde, las dos de la mañana!), yo me acosté y, justo cuando estaba casi dormida, escuché un maullido por la ventana de la habitación de mi madre. Maulló un rato hasta que avisé a mi madre de lo que estaba pasando, abrió la ventana y de repente le escuché gritar “Mickeyy”. No me levanté, pero le pregunté por qué grito y me dijo que siguiese durmiendo. Intenté dormir, mas volví a escuchar maullidos en la cocina. Entonces me levanté y...
Como la puerta de la cocina es transparente, vi a Mickey maullando y me fijé en su pata: estaba sangrando, la tenía toda roja. Abrí la puerta, me puse nerviosa y empecé a llorar. Mi madre me dijo que lo iba a llevar a urgencias del veterinario.
Después de una hora, mi madre volvió sin Mickey. ¡Pensaba que le había pasado algo!, pero me dijo que le estaban atendiendo y poniéndole un montón de medicamentos.
Por la mañana, todos los miércoles hacía vídeollamada con mi clase y ese día les conté lo de Mickey.
Una par de semanas después, Mickey volvió a casa con la pata vendada, aún la conservaba porque iban a intentar salvársela...Sin embargo, no lo consiguieron, tenía una herida muy profunda.
Pero ahora corre como si tuviese cinco patas en vez de tres.
Carlota 1º ESO A