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Mi historia con el patinaje


Cuando era pequeña, alrededor de los 8 años, empecé a ver una serie llamada Soy Luna que iba sobre patinaje. Me pasaba horas fijándome en cómo bailaban con los patines, en cómo hacían figuras... Hasta que un día acabé la serie, decidí ir a junto mi madre y preguntarle si podía apuntarme a patinaje. Me dijo que sí y me puse tan contenta que salté de la emoción. Ahí fue donde empezó mi historia con el patinaje. Nada más llegar el primer día, estaba muy nerviosa pero todas las niñas de la escuela me recibieron muy bien. Estuve entrenando muchos días seguidos pero yo me lo pasaba genial, aunque muchas veces oía a la profesora decir: “¡Sara estira más la pierna!”. Y muchas cosas así. Un día cualquiera, como siempre, fui a la escuela a entrenar y me llevé la gran sorpresa de que la profesora me dijo que era demasiado buena patinando, que me debería apuntar a un club. No sabes lo nerviosa y lo ilusionada que estaba. Pero la cosa fue que me tenía que despedir de mis amigas de la escuela y me puse un poco triste. Mi madre llamó a la entrenadora del club y la entrenadora dijo que antes de cogerme tenía que hacer unas pruebas. Fuimos lo más rápido posible y al llegar me mandaron hacer las cosas más difíciles que me habían enseñado en la escuela. Al acabar las pruebas nos dio la gran noticia: ¡Estaba dentro del club! Ese momento fue el mejor de mi vida, estaba súper contenta y fuimos a comprar unos patines profesionales. El día del primer entreno en el club, estaba demasiado nerviosa, no podía esperar más para entrar a aquella gran pista a patinar. Había muchas más niñas que en la escuela pero eran todas muy buenas conmigo. Resulté ser la más pequeña, el resto me llevaban más de 2 años. Hasta que un día vino una niña tan pequeña como yo, se llamaba Ruth y se convirtió en mi mejor amiga del club. Hasta que un día, cuando mi hermano me vino a recoger, me vio los tobillos muy hinchados y le pareció extraño. Entonces mi madre al día siguiente decidió llevarme al médico. Resultó que tenía líquido en los tobillos. Me tenía que ir cada 2 días a pinchar los tobillos,

hasta al médico le pareció raro tener líquido en los tobillos. Y aún por encima a una niña tan pequeña. El médico le comentó a mi madre que era muy raro que una niña de mi edad tuviese líquido y sobre todo en los tobillos, que lo normal era en las rodillas y a gente mayor. Fue rarísimo, la verdad, al médico también le extrañó que no me doliera nada cuando me pinchaban. Al contrario, ¡yo me reía! Por eso nunca le tengo miedo a las vacunas, porque ya estoy acostumbrada a que me pinchen. A todo el mundo le parece raro pero así fue todo. Ahora unos años más tarde voy a volver a patinar porque ya estoy recuperada. ¡Es genial!

Sara C.

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