Un jueves 12 de noviembre, en 2017, en un hospital de Arack Estrik (el hospital más caro), en Marruecos, un hombre estaba en la sala VIP con el nombre de Tom Fernández (no era real). Era calvo, con una cara sin expresiones, serio y parecÃa no tener amigos. Fue al baño de su habitación, cogió unas tijeras y las escondió en su bata. Se fue hacia el restaurante. Entró en el restaurante y allà se metió sigilosamente en la cocina, en la que habÃa dos cocineros calvos y casi ancianos (con muchas arrugas). Él se escondió detrás de las columnas y, sin que lo viesen, cogió un cuchillo con el que cortó con sutileza el cuello de los cocineros; luego se puso su ropa (nadie sospecharÃa de un cocinero manchado de sangre) y escondió los cuerpos en la cámara frigorÃfica.
El hombre fue al baño del restaurante. En el baño habÃa dos pacientes y un policÃa; asà que se metió en uno de ellos, en el cual habÃa dos lavabos pegados contra un espejo, un armario y un inodoro (obviamente porque si no tuviese inodoro no serÃa un baño). Él abrió los dos grifos llamando la atención del policÃa, que entró a cerrarlos. Mientras el policÃa iba al baño, él se escondió en el armario. Cuando el policÃa entró a cerrar los grifos cerró la puerta y luego se dio cuenta de que ese habÃa sido su mayor error.
El hombre cogió la pistola del policÃa, le puso un silenciador (que por casualidad llevaba) y mató de un disparo a las personas que habÃa en el restaurante hasta quedarse solo con una bala. Ya se estaba haciendo de noche y teniendo esta bala se fue a junto de un policÃa y lo mató lenta y dolorosamente en el pasillo que habÃa cerca del restaurante.
Luego el hombre se fue a la sala de guardias y se escondió detrás de una columna, apuntó y disparó dos veces y mató a los dos guardias de seguridad que habÃa vigilando la puerta. Como los disparos fueron a la cabeza, murieron instantáneamente y, por suerte, el traje de uno de ellos no se habÃa manchado de sangre; asà que se lo puso y entró como si nada con la pistola con silenciador ya cargada en la mano. En la sala habÃa tres guardias: uno en el balcón y los otros dos sentados en el sofá viendo la televisión. Primero, salió al balcón, e intentando no hacer ruido, lo tiró de él abajo, teniendo asà una muerte horrible. Ahora solo quedaban dos guardias (los últimos supervivientes del hospital): a uno lo mató con un disparo en la cabeza, y al otro lo golpeó con la culata; y cuando estaba en el suelo, inconsciente, cogió una escopeta, la recargó, apuntó a la cabeza y disparó.
El hombre se fue rápidamente de allà en un coche bastante raro en dirección al aeropuerto. La policÃa local llegó al cabo de unos meses y llamó inmediatamente al ejército. Nadie supo nunca ni quién los mató, ni cuál era su objetivo.
Mateo 1º ESO B