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RELATO GANADOR: La verdadera definición de Navidad.

Una buena mañana de diciembre, dos gemelas, idénticas en cuanto a físico pero todo lo contrario en cuanto a personalidad, estaban durmiendo plácidamente, cada una en su habitación. Lucía era la más lista, la que mejores notas sacaba y la más encantadora, mientras que Raquel era una chica divertida y simpática, pero no sacaba las mejores notas y no era la más popular en clase.

Llegaba la Navidad, y la casa de las gemelas estaba llena de luces y decoraciones navideñas, pero lo que más llamaba la atención era el pino que habían plantado en el salón, que parecía resplandecer con luz propia. Estaba lleno de bolas en rojo y plata, y una gran estrella dorada sobresalía en la punta de ese árbol lleno de alegría y espíritu navideño.


—¡Buenos días, chicas! —dice la madre de las gemelas con gran ilusión mientras sube las escaleras a la planta donde se encuentran las habitaciones.

Las hijas la saludan, aunque en sus voces se nota que siguen cansadas. Cuando Raquel se levanta para ir al cuarto de su hermana, se da cuenta de que su madre lleva una caja decorada con un lazo enorme. Se sienta en la cama junto a Lucía y escuchan con curiosidad lo que va a contar Susana, la madre:

—En unos días es Navidad, pero quería daros el regalo de vuestra abuela ahora, porque sé que os va a gustar.

Susana le entrega a las gemelas el regalo, que estaba decorado con papel de embalar dorado. Ilusionadas, Lucía y Raquel abren la caja, y dentro encuentran las zapatillas más bonitas del universo: eran negras con detalles en plata: simplemente maravillosas.

—¡Me encantan! —dicen las hermanas al unísono, mientras contemplan las nuevas zapatillas.

Satisfecha, Susana las deja con el regalo y baja las escaleras.

Las gemelas solo tardaron treinta segundos en darse cuenta de que solo había un par de zapatillas. Se miraron fijamente, y empezó la discusión.

Rápidamente, la madre vuelve a la habitación y coge la caja.

—Sabía que iba a pasar esto. Mirad, tenéis que aprender a compartir. Si antes de Navidad no cambiáis y seguís discutiendo, no os daré las zapatillas.

Decepcionadas, Lucía y Raquel se miraban la una a la otra y seguían discutiendo, esta vez por lo que acababa de hacer Susana.

Unos días más tarde, era el 25 de diciembre, y como cada año, las gemelas se despertaban muy temprano para ver si había regalos debajo del árbol.

—¿Qué? ¿Cómo que no hay regalos, Lucía? ¿Hicimos algo mal?

—No sé, pero parece que sí.

Efectivamente, no había nada debajo del pino. Era la primera vez que pasaba eso, y las gemelas estaban realmente tristes. Pensaron que era por culpa de las zapatillas y lamentan haber discutido.

De repente, apareció un remolino de nieve y hielo en el salón y las chicas se asustaron. Del portal salió un hombrecillo de ojos verdes y un gorro puntiagudo. Se acercó a ellas, dejando restos de nieve a su paso.

—Dios mío, otra panda de niños que no respeta la Navidad. Mi trabajo es hacer juguetes, no educar a malcriados.

Las gemelas, asombradas, miraron al tipo. Finalmente, Raquel encontró las fuerzas para hablar con él:

—Señor, nosotras no somos malcriadas. No sé a quien se refiere.

El hombrecillo las miró con enfado.

—Malcriadas no seréis, pero no estaría aquí si no fuera por vosotras. Papá Noel me ha mandado venir a vuestra casa para curar un grave problema de… —mira un papel que tiene en la mano y acaba la frase —“discusiones y falta de solidaridad”. ¿Estoy en el lugar correcto?

Las chicas lo observaron. Nunca habían creído en Papá Noel, pero ahora, al ver un elfo en la casa, habían cambiado de opinión definitivamente.

—Mirad, chicas, si prestáis atención a las recomendaciones que os da Papá Noel, curaréis la falta de solidaridad que tenéis y os daré los regalos de vuestra familia.

Y así hicieron las gemelas. Con la ayuda de un elfo malhumorado llamado Nicolás, aprendieron la verdadera definición de la Navidad. Aprendieron a compartir, a ayudar, a preocuparse por los demás.

Al acabar, las chicas estaban muy cansadas por el esfuerzo y se tumbaron en el suelo lleno de nieve traído del Polo Norte. Pero lo que más sentían era felicidad, habían aprendido que lo más importante de un regalo no era lo superficial, sino la intención de la persona que te lo da.

Con un remolino de magia, los regalos que había traído Papá Noel aparecieron debajo del árbol, y a los pies de las chicas aparecieron zapatillas idénticas a las que le había regalado su abuela.

Tuvieron una feliz Navidad llena de diversión, comida y seres queridos inigualables. Y eso sí que es lo más importante.


VICTORIA 1º ESO A UNA DE LAS TRES GANADORAS DEL CONCURSO DE RELATOS NAVIDEÑOS




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