No hace mucho tiempo nacieron dos niñas mellizas: Anabel era la mayor, muy sonriente e infantil, con unos cabellos pelirrojos unos ojos azules; Tina era la menor, muy seria, porque habÃa nacido sin sentimientos, lo que se llama una psicópata. TenÃa unos cabellos rubios y pelirrojos, era una mezcla que la hacÃa más especial. Los ojos eran azules.
Las dos hijas de la familia Parker eran muy guapas, todo el mundo lo decÃa, aunque se fijaban más en Anabel que en Tina. La gente siempre habla mal de Tina por no mostrar sentimientos, hasta su madre pensaba que no valÃa para nada. En resumen, los padres de Tina pensaban que era un trasto inservible en el que gastaban el dinero.
La amistad de Anabel y Tina no iba demasiado bien. Anabel no paraba de intentar de todas las maneras posibles que Tina sintiese o mostrara algo: la intentaba enfadar pegándole, la intentaba hacer reÃr haciendo imitaciones graciosas, intentaba que sintiese miedo asustándola y más cosas asÃ.
Un dÃa como otro cualquiera, al salir del cole, les recogió su madre porque aún no tenÃan la edad suficiente para ir solas, tenÃan solo 10 años. Su madre les hizo la comida al llegar a casa, como siempre eligió Anabel la comida. Cuando acabaron de comer y de hacer los deberes, se fueron a jugar al jardÃn. La madre les dijo que tenÃa que hacer la compra y que tardarÃa unos 20 minutos. Anabel, como siempre, intentaba que Tina expresara algo. Estaban sentadas en las escalones que habÃa al
entrar en el jardÃn, cuando Anabel se levantó le dio la espalda a Tina y exclamó:
-¡Me rindo, es imposible!- dijo frustrada- Por favor, matadme!- dijo en modo de frustración-.
Tina se levantó fue a la cocina, cogió un cuchillo silenciosamente, se acercó a Anabel y susurró:
-¡DESEO CONCEDIDO!
Y empezó a acuchillarse por la espalda, luego por la barriga. Antes de que Anabel muriera, Tina sonrÃo por primera vez y le dijo a Anabel:
– ¿Ves, hermanita? Ya estoy sonriendo.
Cuando Anabel ya habÃa muerto, Tina vio toda la sangre en el suelo y en el cuchillo, y se comenzó a reÃr a carcajadas. Pasaron unos 3 minutos y su padre llegó a casa. Tina se escondió cuando vio a Anabel en el suelo con sangre. Fue a llamar a la policÃa antes de que pudiera hacer nada. Tina se abalanzó y lo empezó a acuchillar en el pecho. Cuando lo mató del todo, cortó la llamada.
Después de unos minutos, se dio cuenta de que su madre vendrÃa dentro de poco, asà que pensó en una coartada. Se le ocurrió que si se dañaba y rompÃa algunas cosas parecerÃa un asalto o un robo, asà que se empezó a cortar la cara, los brazos y las piernas algunas se las hizo profundas para que pareciera que se lo habÃa hecho alguien de verdad. Las pruebas, como el cuchillo, las guardó para luego quemarlas.
Cuando llegó la madre, se tiró al suelo al lado de Anabel. Cuando la madre vio esa escena, llamó a urgencias. En el hospital le dieron las malas noticias a la madre, le dijeron que su marido y Anabel habÃan muerto y que la única superviviente era Tina.
Pasaron unos 8 años desde ese dÃa; la madre estaba harta de Tina y de su carácter. Un dÃa que Tina estaba en el balcón de su habitación, se acercó y le dio un empujón; no era una caÃda demasiado alta, era para romperse una pierna o un brazo pero, cuando Tina se cayó, sangró bastante. SeguÃa viva. La madre la observó y llamó a urgencias, pero Tina se empezó a reÃr; señaló a un extremo del balcón y habÃa dos cámaras: una apuntando a Tina en el suelo y la otra a la madre. Lo habÃa grabado todo y llamó a la policÃa, antes de que la madre hiciera algo Tina cortó la llamada, cogió el cuchillo y se lo clavó en el pecho. A la madre le cayeron unos 32 años de cárcel. El espÃritu de Tina fue a parar en una muñeca de un gran almacén. Al entrar, al espÃritu se le descosió la boca, un ojo, un poco la cara y un brazo.
Dori tenÃa de aquellas unos 7 años; era una niña como cualquier otra, tenÃa el pelo recogido en dos moños. Sus cabellos eran castaños con unas mechas naranjas.
Un dÃa, sus padres y ella fueron al gran almacén, porque en 2 dÃas era su cumpleaños. Su tÃo trabajaba en el almacén e iba a darle su regalo ese mismo dÃa. Estaba recorriendo los pasillos del almacén cuando vio esa muñeca… Ya hacÃa dos años que Tina estaba en la casa de Dori. Dori era muy feliz con su muñeca, la adoraba aunque estuviese cosida y fuera un poco siniestra. En uno de los cumpleaños de Dori, le regalaron muchas más muñecas y juguetes. Tina ya no era tan valiosa.
Cuando Dori se levantó por la mañana, vio que todos sus muñecos y juguetes estaban descuartizados y quemados, pero Tina estaba intacta en su estanterÃa mirando el espectáculo.
Después de los 13 años, Dori ya no jugaba con nada, solo iba por ahà con sus amigas. Tina, harta de estar en la estanterÃa, cogió un cuchillo y esperó al dÃa siguiente para su jugada.
Por la tarde, mientras Dori se veÃa en el tocador de su cuarto, Tina cogió el cuchillo, empezó a acercarse a Dori levitando y susurró con una sonrisa siniestra:
-Dori, estoy detrás de ti- susurró acercándose mas-. Dori tengo un cuchillo- siguió susurrando-.
Dori se dio la vuelta para ver quién era y, cuando vio a su muñeca intentando matarla, gritó.
-Dori, te voy a matar- susurró clavándole el cuchillo en el pecho.
Luego fue a por los padres e hizo lo mismo.
Los vecinos llamaron la policÃa por los gritos, vieron la muñeca con un cuchillo y por si acaso la destrozaron.
La muñeca quedó decuartizada, su mano cogió un cuchillo y exclamó:
-VOLVERÉ...
Marley 1º ESO A