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Bruno y yo.

Bueno, te cuento lo que ha pasado. Después de que la señora Jenkins se asustara y se demayara por ver a Bruno, el señor Jenkins con Bruno en la palma de la mano empezó a susurrar cosas como “¿y ahora qué hago?” “mi mujer no podrá soportarlo” y "mi buena reputación caería en picado”. Bruno me miró con cara de tristeza, como si no quisiera estar con sus padres. El señor Jenkins miró a mi abuela y a todos las brujas que ahora eran ratones.

-¿Cuando se irá el efecto?-dijo desesperado. -No creo que se vaya-dijo mi abuela con tono arrogante. -¡¿Se quedara así para siempre?!-Preguntó histérico. -Sí -dijo mi abuela con mucha calma-. ¿Qué pasa, ya no quiere a su hijo?-dijo como si estuviese decepcionada. -No, si es un ratón se morirá dentro de poco ¿no?-dijo serio-Así que no quiero un cadáver en mi casa, lléveselo de aquí. -Yo no me llevo nada -dijo negando mi abuela muy molesta. Pero yo quería que Bruno también fuese feliz porque, después de todo, me había caído bien. Le di uno golpecitos a mi abuela que estaba discutiendo con el señor Jenkins, cuando me vio le dije: -Abuela, quiero llevarme a Bruno-cuando yo dije esto Bruno me miró.

-Pero cielo, no es problema nuestro; además, es un glotón-mi abuela miró a Bruno con cara asesina. -Ya lo sé abuela, pero no me parece bien dejarlo con ellos -y señalé a los señores Jenkins. -Bueno, en eso tienes razón-dijo susupirando y miró a Bruno y dijo-Pero yo te reeducaré, ¿de acuerdo?-dijo seriamente. -Sí, señora-dijo Bruno feliz. -Bueno, pues me lo llevo-cogió a Bruno y lo dejó conmigo en el bolso. Mi abuela fue directa a la recepción y pidió un taxi y nuestras maletas; después, nos dijo que nos íbamos de vuelta a Noruega.



Marley 1º ESO A

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