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El final de todo.

No pasaba nada. ¿Qué hice mal? No sabía qué hacer. Las brujas no se encogían, me estaba empezando a preocupar; el tiempo pasaba lentísimo. Las brujas me miraron, con sus grandes ojos espantosos. De repente, el tiempo se paró, las brujas se levantaron y se pusieron enfrente de mí.

- Conn que esas tenemors... - dijo la bruja.

Intenté hacerme la estatua para que pensaran que yo también estaba congelado en el tiempo. La bruja cogió una navaja y se la puso en el cuello a mi abuela. Se me salió una lágrima del ojo derecho. - Jajjaja, ¡qué débil es este ratón! - dijo la gran bruja. - Se me metió algo en el ojo - contesté. - ¿Qué prrrefiegues, que mate a tu abuela o...?- dijo la gran bruja. - ¿O qué? - contesté. - ¿Quieres probrarrrlo? - dijo la gran bruja.

Hubo un gran silencio en la sala; de repente, de un momento a otro, estaba en el suelo. No sabía qué pasaba, todo volvió a su estado. Las brujas no estaban, mi abuela estaba normal. No era capaz de respirar. Cerré los ojos, pensaba que me iba a morir. Cuando los abrí, estaba en una cama, en una cama muy familiar. Olía bien, a bacon. Bajé las escaleras corriendo y había una familia; el padre y la hermana menor estaban comiendo, la madre estaba cocinando. - Marcooooos - gritó la madre. Ese nombre me sonaba familiar, me sonaba mucho. - Oh, ¡estás ahí! -dijo el padre.

¿Yo soy Marcos?


Laura C. 1º ESO A

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