Pude observar la cara de angustiado del señor Herbert, no paraba de ir de un lugar a otro intentando conseguir una salida. Cuando por fin encontró, la puerta empezó a correr con la señora encima, casi estrangulándola. Las brujas, bueno, los ratones, saltaban y corrÃan alrededor de la sala, alguno que otro gritaba. Eso era un completo show. Por lo que yo pude ver, habÃa gente que se quedó paralizada. AhÃ, sin hacer ni decir nada. Mi abuela me llevó a la salida, estaba despreocupada, de hecho aún tenÃa el puro en la mano. Cada paso que daba hacÃa que, en su ambiente, la situación pareciera calmada. Ella ya tenÃa una medio-visión de lo que iba a pasar. —Estoy muy orgullosa de ti, cariño—dijo. Fue saliendo del hotel, intentando esquivar a las personas. A una se le habÃa subido un ratón a la cabeza y parecÃa que le quitaba el pelo con rabia. HabÃa un niño que le pedÃa a su madre si podÃan adoptar un ratón mientras jugaba, si se puede decir asÃ, con un pequeñito ratón blanco. Cuando por fin salió del hotel me dijo:
—Oye, has salvado a todos los niños de Inglaterra. Para mà y para todo Inglaterra ya eres un héroe sin capa. Súper-raton. —Abuela, ¿cómo crees que estará Bruno ahora? —Seguramente prefieran al gato que al hijo, pero es no es de nuestra incumbencia ya—me contestó. Pasaron los dÃas, uno tras otro, parecÃa que todos eran iguales. Yo no paraba de pensar en qué serÃa de ellas ahora mismo. Pasaban por mi mente muchÃsimas posibilidades pero parecÃa que habÃan desaparecido por completo. ¿Lo conseguÃ? ¿Desaparecieron al fin y al cabo esas brujas? Creo que sÃ.
Emma 1º ESO A