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La verdad.

Días después de esta tragedia de los ratones, en el comedor del hotel, el director y los trabajadores de allí tuvieron que dejar aquel negocio, debido a lo que sucedió en la cocina con la carne seca de aquella mujer. Yo le conté todo a mi abuela incluido que los cocineros escupían en los platos de los clientes, así que mi abuela decidió decirlo en un periódico. De la familia Jenkins no sabemos nada desde aquel día, la madre de Bruno tendrá que acostumbrarse a que su hijo sea un ratón.

Mientras tanto, mi abuela y yo estamos intentando hacer una pócima para convertirme otra vez en un niño, aunque a mí me gusta ser un ratón. –¡Lo encontré! -dijo mi abuela gritando. –¿Qué encontraste? -pregunté asustado por el gran grito que dio. –El último ingrediente para la pócima es arroz.

No podía creérmelo, volvería a ser un niño normal, sin preocuparme por las horrorosas brujas aunque tendría que volver al colegio... cosa que no entusiasmaba mucho. –Vamos a probarla -dijo mi abuela nerviosa-. Tienes que tomar dos cucharadas. –Vale, abuela -dije sin ningún tipo de nervios. Cuando tomé la primera cucharada sabía horrible, pero sabía que era la decisión correcta; cuando tomé la segunda cucharada, ya me había convertido en un niño. –¡Lo conseguimos! -gritó mi abuela muy emocionada. El tema de las brujas al final había quedado entre mi abuela, Bruno y yo, aún siguen investigando que les pasó a las de la RSPCN (las brujas), pero creo que nunca descubrirán la verdad.


Xiana 1º ESO A

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