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La última sorpresa.


Al subir a la habitación le pregunté a mi abuela si podía bajar a la habitación de La Gran Bruja a comprobar si estaba y mi abuela me metió en su calcetín y me bajó. Cuando llegué a abajo, estaba todo vacío; parecía que no había nadie, pero de repente se escuchó cómo metían la llave en la cerradura. Al principio yo pensaba que era la de la limpieza, pero era La Gran Bruja y ¡estaba entrando por la puerta! Yo corrí hacia el calcetín de mi abuela, me subí rápidamente, le conté lo que sucedió y ella su asustó.

Fue a la habitación de La Gran Bruja y llamó a la puerta:

– Hola señora, ¿cómo se llama?

– ¿En qué puedo ayudarla?

– Es que quería saber qué le pasó a sus compañeras.

– No lo sé, de repente desaparecieron, me da mucha pena me asusté mucho.

– Es que no sé qué pasé, creo que fue la sopa. ¡Menos mal que usted no la tomó!

– ¿Cómo no se me habría ocurrido antes? Ahora ya puedo denunciarla por dos cosas: por la plaga de ratones y por hacer desaparecer a mis compañeras.

– Una pregunta, ¿usted sabe dónde esta mi nieto?

– Pues la verdad que no lo veo desde ayer.

– Igual que yo.

– Bueno, como veo que aquí no tengo nada que hacer me voy a hacer las maletas y me voy para casa. Chao.

Y bueno, pues así desapareció La Gran Bruja de las vidas de las personas y aquí estoy en casa con mi abuela.


Nerang 1º ESO B


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