Al final mi madre y mi padre se acostumbraron a mà gracias a la abuela de mi amigo. Dije: - Gracias por haber convencido a mis padres de que era yo -dije.
- De nada, eso es ser una buena persona.
Me despedà de mi amigo. Mi abuela habÃa avisado a los padres de Bruno que tendrÃan que tener cuidado. Yo volvà con mi abuela y seguà siendo un ratón. Le dije a mi abuela que estaba muy contento de que la Gran Bruja supiese lo que es ser un ratón. Yo ya estaba acostumbrado a ser un ratón; pensé durante tiempo en Bruno y le dije a mi abuela:
-Abuela, ¿cómo estará Bruno?
- Supongo que bien, cariño.
- Eso espero, abuela.-contesté -Abuela, tengo hambre.
-¿Quieres un plátano?
- No, eso me recuerda a Bruno.
- ¿Hay alguna fruta?
- SÃ, hay un aguacate, toma un trocito.
- Gracias, abuela.
- De nada cariño.
Mi abuela es muy buena conmigo aún siendo yo un ratón. Le pedà a mi abuela irnos del hotel al acabar.
- Hoy nos tenemos que ir a las cinco de la tarde al aeropuerto.
- Mejor, ya estoy cansado de estar aquÃ, quiero volver a casa.
HabÃan llegado las cinco de la tarde y le dije a mi abuela que nos tenÃamos que ir.
- Allá vamos al subir al avión me empece a marear -le dije muy bajo asomando la cabeza por el bolso - ¡¡Abuela, abuela!!
- Dime, cariño.
- Me estoy mareando -me dijo.
- Túmbate boca arriba. La gente miraba raro a mi abuela pensando que era una loca, cuando en realidad estaba hablando conmigo, solo que la gente no sabÃa que yo era un ratón. Me habÃa quedado dormido y, cuando me desperté en casa, mi abuela me puso encima de la mesa y me convertà de nuevo en una persona normal sin ser un ratón. Siempre fui feliz con mi abuela.
Andrea 1º ESO A